Cada vez escuchamos con más frecuencia en medios de comunicación o foros sobre Trabajo y Relaciones Laborales, la importancia del binomio felicidad versus productividad dentro de las organizaciones empresariales. En ocasiones, este tema sale a colación a partir de estudios avalados por prestigiosas universidades, con motivo de los resultados obtenidos en encuestas sobre nuestra calidad de vida en el trabajo o a raíz de innovadores programas de motivación para empleados. Dicho sea de paso, programas diseñados con esmero por departamentos de Recursos Humanos de grandes corporaciones con presupuestos muy abultados. Es entonces, cuando aparecen en el imaginario colectivo esas coloridas salas de descanso con consolas, futbolín y billar en empresas punteras de Silicon Valley, donde los trabajadores pueden hasta echarse una siesta.
Objetivo alcanzable
Lo cierto es que no hemos inventado nada nuevo, aunque tal vez la historia se haya sofisticado un tanto por algunas latitudes, incluso habrá quien piense que este tema se nos está yendo de las manos, e intente poner un poco de cordura con frases lapidarias del tipo: “al trabajo se va a trabajar”. Parece evidente, ¿no? Pero, si además de trabajar estamos contentos, mucho mejor, porque nuestro estado de ánimo repercutirá, a priori, en resultados más satisfactorios en general y mayor rendimiento en el puesto de trabajo.
Además, hay que tener claro que fomentar este tipo de estrategia empresarial no es patrimonio exclusivo de un puñado de multinacionales con suficientes recursos para invertir en beneficios sociales del tipo seguros, planes de pensiones o becas para la educación de nuestros hijos que, como bien sabemos, están pensados para mejorar la calidad de vida de los empleados y son una buena herramienta de motivación y compromiso.
Sin grandes inversiones
Las pequeñas y medianas empresas también pueden y deben desplegar una estrategia clara y sencilla, orientada a favorecer la vida laboral de los trabajadores. Siempre en aras del buen funcionamiento interno de la organización y de cara a ofrecer mejores productos y servicios. No olvidemos que la mejor tarjeta de presentación de una empresa es la cara amable de un empleado contento y satisfecho con su trabajo. Y la buena noticia es que no es necesario realizar grandes inversiones para lograrlo, ni mucho menos.
Esto de cultivar un buen ambiente laboral es el resultado de activar el sentido común y, aunque desde fuera en muchas empresas y organizaciones parece que nace y se desarrolla de forma innata, siempre habrá algún espíritu positivo y con verdaderas dotes de liderazgo que lo potencie y sea capaz de sumar adeptos dentro de ese clima propicio. De manera que, desde nuestra propia experiencia como pequeña-mediana empresa, donde procuramos crear un buen ambiente, y como asesores de otras muchas empresas y negocios os animamos desde estas líneas a desplegar algunas sencillas tácticas para la consecución de un clima laboral adecuado. En este sentido, podemos empezar con algunas de las claves esenciales que nos ayudarán a conseguir nuestro objetivo.
Comunicación fluida y continua sobre lo que ocurre en la organización. Cuáles son los proyectos a medio plazo o planes de futuro y cómo pueden afectar algunas decisiones a los distintos miembros de la empresa. Aportar este tipo de información despejará dudas e incertidumbres y evitará rumores o conjeturas erróneas.
Reconocimiento. Poner en valor los logros individuales y colectivos. Hay que encontrar siempre algún momento para celebrar los éxitos laborales y los eventos personales. Fomentar el sentimiento de pertenencia a un equipo de trabajo, en el que uno se siente reconocido y apreciado, tiene un alto valor emocional para las personas.
Flexibilidad. Cada vez más las nuevas generaciones aprecian por encima de su salario la posibilidad de contar con horarios flexibles que permitan la conciliación familiar o un equilibrio saludable entre vida personal y trabajo. Gracias a la tecnología, hoy en día existen opciones como el teletrabajo, una práctica que en ocasiones puede encajar perfectamente la empresa.
Desarrollo personal. El crecimiento de los empleados pasa por una buena política de formación y reciclaje. Las oportunidades de aprendizaje son valoradas siempre de forma positiva por los trabajadores.
Escucha Activa. Estar atento a las inquietudes de los empleados, dar respuesta a sus preocupaciones. Valorar propuestas de mejora o sugerencias que aportan los propios trabajadores, ya que pueden provenir de especialistas de nuestra organización, que ofrezcan una nueva visión, incluso una oportunidad de negocio.
Humor. Dar siempre cabida al humor y el buen talante, como signos ineludible de inteligencia emocional. El equilibrio adecuado entre la seriedad en el trabajo y el ser divertido generan el ambiente propicio para la creatividad y una atmósfera laboral agradable para todos.
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